lunes, 18 de febrero de 2019

La Pupila

A menudo nombramos partes del cuerpo sin saber exactamente su composición, ubicación, función y naturaleza. El cuerpo del ser humano es muy complejo y conocer cada parte y nomenclatura puede considerarse una ardua tarea.


La pupila es un círculo negro y pequeño en el centro del iris (el tejido que le da "color al ojo"). La pupila cambia de tamaño para regular la cantidad de luz que entra al ojo. Se hace más pequeña ante una luz brillante y tiende a agrandarse a medida que la cantidad de luz disminuye.

Gracias a su naturaleza dócil, la pupila es dilatable y contráctil permitiendo que la retina reciba la luz que necesita.

Gracias a dos músculos, el esfínter de la pupila (cierra) y el músculo dilatador de la pupila (abre), la pupila se convierte en un gran aliado de los oftalmólogos para así examinar el fondo del ojo y determinar la existencia de afecciones o lesiones oculares.

¿Cuánto mide una pupila? Su diámetro es de entre 3 y 4,5 mm., sin embargo la pupila puede cambiar de tamaño en la oscuridad, esfuerzo para enfocar objetos cercanos como también ante determinados estados de ánimo como el deseo, ira, entre otros.

A la hora de realizar un chequeo para cuidar la salud visual puede implicar un fondo de ojo o una dilatación de pupila.

Frecuentemente es necesario administrar un fármaco en forma de gotas (colirio) para provocar la dilatación pupilar, llamada midriasis. De esta manera, con ayuda de la lámpara de hendidura y el oftalmoscopio, aparatos para la exploración ocular que incorporan una fuente de luz, y utilizando lentes de aumento, podemos hacer un examen completo y detallado de la retina y otros elementos que se encuentran en el interior del ojo y que no pueden ser observados de otra manera. 


Al explorar un ojo sin haber dilatado previamente las pupilas, podemos observar los párpados, la conjuntiva, la córnea, el iris, el cristalino, etc., pero las estructuras que están por detrás de la pupila, como es la retina, solo podrían visualizarse de manera limitada, en su parte central, y no en toda su extensión. Por ello, la exploración del fondo de ojo con la pupila dilatada es fundamental para diagnosticar diversas enfermedades oculares, como la retinopatía diabética, las oclusiones vasculares de la retina, la degeneración macular asociada a la edad y otras muchas anomalías.

En ocasiones, el oftalmólogo también necesita dilatar las pupilas para medir con exactitud los defectos de refracción (como la hipermetropía) y valorar la necesidad y potencia de los cristales de las gafas, principalmente en niños y pacientes jóvenes.

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