martes, 3 de julio de 2018

¿Qué sucede con los ojos? ¿Por qué algunos no pueden ver?


Son algunas de las preguntas que los alumnos con discapacidad visual, tanto aquellos que son ciegos como quienes tienen un bajo nivel de visión, seguramente escuchen a lo largo de sus vidas. Los compañeros, vecinos o, incluso, una persona en una tienda suelen hacer este tipo de preguntas, que oscilan entre la curiosidad, la falta de sensibilidad y el apoyo. Los alumnos tal vez se sientan sensibles o curiosos respecto de sus propios ojos, y esta es una característica que los distingue de sus compañeros y familiares. Tener la capacidad de responder con confianza a esas preguntas a fin de participar en la conversación, demorarla o, incluso, darla por terminado es parte importante de la autodeterminación. Ser capaces de dirigir la interacción y, si así lo deciden, describir esta singular característica con aplomo y precisión les confiere un sentimiento de poder.

Es necesario que en los niveles primarios y secundarios se les ofrezca a los alumnos información explícita para que puedan aumentar su nivel de comprensión sobre el proceso visual y explicar estos conceptos con sus propias palabras. En el artículo se describen los beneficios de obtener información sobre el ojo (incluido el sistema visual) y las afecciones oculares individuales, y de incorporar este tema en el programa general y en el Programa Principal Ampliado (ECC, Expanded Core Curriculum). 



En el artículo también se resumen un conjunto de lecciones y actividades desarrolladas a lo largo de varios años con el objetivo de aprender sobre la anatomía y el funcionamiento del ojo. Este tema inicial les brinda a los alumnos una introducción natural para que reconozcan las implicaciones de su discapacidad visual y describan las herramientas y estrategias que utilizan para realizar las tareas de manera independiente.
Estas actividades se agruparon en una unidad de duración semestral para utilizarse en una clase de 5 alumnos que forman parte del programa Experiencias en Transición (EXIT, Experiences in Transition) para jóvenes adultos de la Escuela de Texas para Ciegos y Personas con Impedimentos Visuales (Texas School for the Blind and Visually Impaired o TSBVI, ). 
En el programa, se enfatiza el hecho de preparar a los alumnos para su carrera profesional, incluidos el desarrollo de las capacidades de los alumnos orientadas a aliviarles la tarea a sus empleadores y compañeros de trabajo respecto de su discapacidad visual y su aptitud para cumplir con las exigencias del trabajo.

La información sobre su afección visual puede provenir de distintas fuentes, como sus padres, su médico oculista o el maestro de alumnos con discapacidades visuales (TVI). La enseñanza de este tema forma parte de la función reconocida del maestro de alumnos con discapacidades visuales y los capítulos sobre el sistema de visión y las afecciones oculares deben incluirse de manera estándar en libros de texto, dentro del campo de las discapacidades visuales.

Existen algunos estudios disponibles (Guerette, Lewis & Mattingly, 2011; Sacks & Corn, 1996) para documentar el conocimiento de los alumnos sobre su afección ocular; no obstante, el tema exige mayor investigación. Cuando se los pregunté en una encuesta, 85 de cada 89 alumnos (Sacks & Corn, 1996), o el 96%, respondieron que tenían preguntas o dudas sobre su discapacidad visual, mientras que solamente 42 participantes (el 48%) informaron que habían conversado el tema con sus padres. La cantidad de información que se desea incorporar sobre la afección ocular varía según el alumno y, para algunos de ellos, resulta suficiente conocer los datos más básicos (p. ej., nombre, parte del ojo afectada). En dos estudios realizados en un período de 15 años, se informa que los alumnos tienen una comprensión similar y muy limitada de su discapacidad visual.


En un estudio anterior (Corn & Sacks, 1996), el 34% (N=30) de los participantes pudo nombrar su afección ocular y solamente el 13% (N=11) fue capaz de nombrar la parte del sistema visual afectado. En un estudio más reciente (Guerette, Lewis & Mattingly, 2011), los investigadores informaron que 31 de cada 51 participantes (62%) dijeron que su padre o madre, un maestro o un médico les había contado el nombre de su afección ocular. De este grupo, solamente el 16.3% pudo indicar realmente el nombre y explicar su significado; mientras que el 35.5% solamente pudo nombrarla. La mayoría de los alumnos que formaron parte de estos estudios parecían recordar haber escuchado sobre la discapacidad, pero no habían logrado retener una cantidad suficiente de información para responder con exactitud preguntas más específicas. 


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