Consiste en un trayecto fistuloso que va desde el saco lagrimal a la piel de la región del tendón cantal interno y no suele dar ninguna clínica a no ser que se asocie a una obstrucción del conducto lagrimonasal.
La obstrucción del conducto nasolagrimal es un problema bastante frecuente en los lactantes; hasta un tercio de ellos nacen con esta afección. Afortunadamente, más del 90% de todos los casos se resuelve aproximadamente cuando los niños cumplen un año, sin tratamiento o bien con un tratamiento muy sencillo.
¿Qué son los conductos nasolagrimales?
Nuestros ojos se exponen constantemente al polvo, las bacterias, los virus y otros objetos extraños que pueden provocarnos lesiones; los párpados y las pestañas desempeñan un papel fundamental, impidiendo que esto ocurra.
Pero, aparte de actuar a modo de barreras, los párpados y las pestañas también ayudan a mantener los ojos húmedos. Sin esta humedad, las córneas se resecarían, enturbiándose o, incluso, lesionándose.
Junto con los párpados y las pestañas, un sistema protector de glándulas y conductos (llamado sistema lagrimal) impide que los ojos se resequen. Unas glándulas diminutas que se encuentran en el borde del párpado segregan una película oleosa que se mezcla con la parte líquida de las lágrimas y que impide que estas se evaporen.
Las glándulas lagrimales (productoras de lágrimas) segregan la parte más acuosa de las lágrimas. Esas glándulas están situadas debajo del hueso de la ceja y detrás del párpado superior, en el borde de la cuenca de cada ojo, y dentro de los párpados.
Los párpados dispersan las lágrimas por los ojos. Las lágrimas mantienen los ojos limpios y lubricados; además, contienen anticuerpos que protegen contra las infecciones. La salida de las lágrimas desde los ojos se lleva a cabo través de dos hendiduras (llamadas puntos lagrimales o conductos lagrimales), una en cada párpado superior e inferior.
Desde los puntos lagrimales, las lágrimas entran en unos tubitos llamados canalículos, ubicados en la comisura interna de los párpados, desde donde entran en el saco lagrimal, localizado cerca de la comisura interna de los ojos (entre los ojos y la nariz).
Las lágrimas descienden desde el saco lagrimal por el conducto nasolagrimal, que conecta con la parte posterior de la nariz. (Por eso, casi siempre tenemos mocos cuando lloramos: los ojos están fabricando un exceso de lágrimas, y la nariz no puede asumir tanta cantidad de líquido). Cada vez que parpadeamos, el movimiento hace que los sacos lagrimales se compriman, lo que favorece la salida de las lágrimas que contienen hacia el conducto nasolagrimal.
Los conductos por donde pasan las lágrimas son los conductos lagrimales y los conductos nasolagrimales. El conducto nasolagrimal es el que más se suele obstruir en los lactantes.
Causa
Casi siempre es unilateral y puede asociarse a otras malformaciones del aparato lagrimal, como es la agenesia de los canalículos, la ausencia del punto lagrimal superior o la ausencia de todo el sistema lagrimal.
Diagnóstico
Fístula lagrimal congénita: se presenta con lagrimeo procedente de la zona lateral de la nariz, sin rebosamiento palpebral de la lágrima. Se observa un pequeño orificio o depresión en la piel suprayacente al saco lagrimal. Se puede observar fluoresceína salir de una fístula permeable tras su instilación en el fondo de saco conjuntival. Puede estar asociado a una obstrucción del conducto nasolagrimal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario