lunes, 22 de enero de 2018

Ceguera silenciosa: conoce cómo identificar el glaucoma

El glaucoma es la segunda causa de ceguera irreversible en el mundo. Habitualmente la padecen 70 millones de personas, de ellas 400.000 en España. La prevalencia aumenta con la edad, siendo del menor el porcentaje en mayores de 40 años y casi del cinco por ciento en mayores de 70 años.


Aproximadamente la mitad de las personas afectadas no son conscientes de su padecimiento en los estadios iniciales, dado la ausencia de sintomatología, siendo detectado en revisiones de Oftalmología rutinarias o tras acudir al oftalmólogo por otras afecciones, de ahí la denominación “ceguera silenciosa”.




Definición de glaucoma
Podemos definir el glaucoma como una neuropatía óptica crónica como consecuencia de una Pio (Presión intraocular) elevada, aunque ésta no es una condición ni necesaria ni suficiente para el inicio y la progresión de la enfermedad, barajándose otros factores etiológicos como vasculares y/o neurotóxicos.







Causas del glaucoma
Algunos de los factores de riesgo del glaucoma son la edad, siendo habitual que aparezca a partir de los 65 años. No obstante, se recomienda realizar el primer control a partir de los 40 años.  Otro de los factores de riesgo de padecer glaucoma es pertenecer a la raza negra, siendo mayor el riesgo de heredarlo si, en una familia, es la madre quien padece el glaucoma. También es frecuente en pacientes diabéticos o con enfermedades vasculares que disminuyen el riego sanguíneo hacia la retina, así como en los pacientes que presentan miopía.

La mayoría de los glaucomas son asociados a cifras de Presión Intraocular (PIO) que están por encima de la normalidad y es precisamente la disminución de la presión la base fundamental del tratamiento. La presión intraocular depende de la producción de humor acuoso, un líquido que produce el cuerpo ciliar, estructura que se sitúa detrás del iris.  La salida de este líquido del ojo hace aumentar la presión intraocular, a causa de la resistencia que se produce para evitar su salida. El aumento de la presión daña las fibras nerviosas (se han propuesto dos teorías principales, la mecánica y la vascular).





Diagnóstico del glaucoma
Los métodos básicos de diagnóstico en el glaucoma son la medición de la presión intraocular, el análisis de la papila óptica y la realización de campos visuales. Hay diversas campañas de prevención del glaucoma que se dirigen a grandes masas de población basadas, casi exclusivamente, en la medición de la PIO.

Aunque estas campañas por sí solas resultan insuficientes,  permiten filtrar a un  grupo de población que, estudiado en profundidad, posteriormente puede ser o no diagnosticado de glaucoma. No obstante, el método de referencia y el más fiable para la medición de la presión intraocular es el tonómetro de Goldman, que precisa contacto directo con la córnea. También se utilizan otros métodos como el tonómetro de chorro de aire que, aun siendo menos exacto, tiene su  eficacia en el diagnóstico del glaucoma.


La cifra normal de presión intraocular se encuentra entre los 10 y los 21mmHg. Una presión por encima de 21 requiere un estudio más exhaustivo. Si un paciente tiene una presión intraocular mayor de 21 pero el estudio del campo visual y de su papila óptica no manifiesta daño alguno, esta persona será diagnosticada como hipertensa ocular. Un paciente con hipertensión ocular necesita controles periódicos, más o menos frecuentes, en función de la existencia o no de factores de riesgo.

Si un paciente presenta una presión intraocular menor a 21 no excluye que pueda padecer glaucoma. Si el especialista observa signos de glaucoma cuando explora la papila óptica del paciente, lo incluirá en el grupo de glaucoma normotensivo.



Tratamiento del glaucoma
Una vez que el especialista ha diagnosticado el glaucoma, debe detener su progresión. Para ello, deberá documentar el estado de la enfermedad mediante campimetrías visuales y estudios morfológicos de la papila óptica. Esto permitirá saber si el tratamiento establecido es suficiente o se requiere una modificación para detener la evolución de la enfermedad.


Existen diversos tratamientos para el glaucoma. El más habitual es el tratamiento tópico hipotensor, mediante gotas. Se calcula que este tratamiento puede reducir la presión intraocular entre un 20-30%.Se emplean B-bloqueantes, inhibidores de la anhidrasa carbónica, agonistas adrenérgicos y derivados de las prostaglandinas. El tratamiento puede ser en forma de monoterapia, terapia combinada y multiterapia. El tratamiento necesita un cumplimiento por parte del paciente y una serie de revisiones que se harán más espaciadas cuando el paciente se encuentre en una situación estable.

Actualmente, existe un nuevo campo de investigación en los fármacos neuroprotectores, cuyo objetivo es que las fibras ópticas sean más resistentes a la enfermedad.El glaucoma también se puede tratar mediante láser. El láser se puede realizar como tratamiento complementario a las gotas o como tratamiento inicial. Existen 2 tratamientos láser principales, el que disminuye la producción de humor acuoso y el que aumenta la facilidad de salida del mismo actuando sobre el trabeculum.

También se puede recurrir a la cirugía creando nuevas vías para la salida del humor acuoso, es lo que se conoce como trabeculectomías perforantes o no perforantes en función de la necesidad del paciente.

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